El gesto es visible. Esculturas e instalaciones se extienden sobre la calle frente al Grand Palais, se extienden en el Petit Palais. La calle está llena. Visitantes toman café, se sientan en las bancas, y recorren el petit palais. Las bancas son obras de arte. Mediadores de arte, estudiantes, amables, explican al público. Median entre el objeto de arte y los visitantes. El gesto es visible. Las galerías que participan en la FIAC, la administración de la feria, la ciudad de Paris, desarrollan proyectos públicos que incitan la participación con las obras del arte. El gesto es visible. Es bonito. Es democrático, como lo titula un periódico alemán. Es gesto es visible, es consecuente con una tradición con el arte en Paris, visitar galerías y exposiciones (hay filas interminables) es parte de un tejido social.
El gesto es visible, su precaria existencia es invisible: soldados y policías rodean la calle, rodean el Grand Palais, patrullan. El gesto es invisible para quien no lo quiere ver. Portan armas de largo alcance. Quien sabe un poco de armas, sabe de la potencia destructora de un fusil de largo alcance en un espacio urbano. El gesto posible es el de la aniquilación antes del rescate. Las teorías de guerra urbana en los tiempos de terrorismo concluyen que es mejor asumir las perdidas colaterales con el fin de neutralizar, de manera efectiva y rápida, a los atacantes.
Globos cuelgan en el techo de una galería americana que participa en el Grand Palais. El precio de la obra se conoce rápidamente porque los medios repiten una y otra vez, algún detalle sobre la minimalista instalación del artista danés que vive y trabaja en Berlin. Fiesta de cumpleaños. Alegría. La gente toma fotos. Las fotos llegan a Instagram. Es entendible, es legitimo. Para vender los globos, es necesaria la seguridad que permita las transacciones comerciales. Los indices de confianza.
¿contra quién defendemos la legitimidad del gesto del tejido social, la seguridad de las transacciones económicas, la foto en Instagram? La pregunta desnuda el punto de la absurda e insoportable ironía de la real situación europea. “defender”, o “proteger”. Pues hoy en día tenemos que defender y proteger muchas cosas, la legitimidad de la mujer, la noción de sociedad, la posibilidad de otras perspectivas, la precaria existencia de la cultura cuando tiene forma de espacios comunales, hasta el punto que, una copa de vino en una calle presenta los mayores riesgos; las voces desarticuladas por la intolerancia que viene a ser tolerada por ideologías políticas. Asesinan por una caricatura. En Francia, donde la caricatura tiene una función política esencial desde el conflictivo siglo XIX.
Las respuesta no es importante, pues todos la conocemos. Me interesa el gesto visible en contra del gesto invisible. Una gran mayoría de irritables exigirían del arte como respuesta a la realidad, la colección de los flotadores de los refugiados en forma de una perversa escultura. El gesto visible que se repite para constreñir moralmente. Una educación para idiotas, que no distingue la tragedia humana mezclada con los intereses mezquinos de una ideología religiosa, así como los intereses de una ideología de las mentiras que promete riquezas a cambio de nada.
Al gesto visible, triquiñuela de la pereza mental, se opone el invisible, que contiene toda la carga histórica y social de nuestra situación contemporánea. No son flotadores, sino el costoso sistema que permite a los globos estar suspendidos en el techo. A pesar de que la gravedad cero no debería ser defendida contra factores externos a los de su propia física.