24 Mayo 2017
Querido Mario,
Muchas gracias por tu respuesta. Precisamente al final de tu correo cierras con el punto que he querido discutir. Representaciones y ficciones que determinan los mecanismos de funcionamiento (cierto tipo) de arte contemporáneo.
Te felicito porque has puesto la discusión en términos propios, utilizando el término de arte conceptual y el del arte de compromiso social. Y creo que podemos afinar nuestras reflexiones sobre este tema. Pero primero, voy a recoger tu hipótesis. Para ti es un problema de escala. Pero escala no sólo es financiamiento o interés. Pues existe cierto tipo de discursos que son aceptados como escalables. Son discursos predeterminados. Voy a ser el abogado del diablo, y tendrás que responderme esta pregunta honestamente. Un arte de compromiso social, que se concentré en la violencia contra la mujer por parte de migrantes, la que se ha incrementado en Europa, ¿es para tí “escalable”? El problema es real y fáctico y hay deficiencias en este tipo. Digamos, ¿crees tú que sería posible un faro Colonia que sirva como memoria social contra la violencia contra la mujer por parte de las ideologías machistas? ¿o sólo es pósible un arte social que pone en manifiesto una crítica contra ciertas ideologías? ¿ es el arte social un arte de una mayoría que define que temas son aceptables como arte social? ?quién define estas fronteras?
Creo que tú y yo sabemos la respuesta de antemano, así que voy a desplazarme de nuevo a la siguiente hipótesis, que el arte no puede salir de sus ficciones ni representaciones porque asumió las representaciones y ficciones de una izquierda que fracasó en su proyecto de mundo, ¿por qué debemos determinar una función (social – crítica) al arte como el mecanismo adecuado del arte? ¿por qué tiene que tener el arte -para ser bueno- en el sentido moral y ético- una función social?
De cierta manera, me parece te enfadas al conocer el resultado de una subasta de Sothebys por 111 millones de dólares para una pieza de Basquiat, pero aquí ya no estamos hablando de arte sino de finanzas y de procesos sutiles que tienen que ver, con el arte en cuanto éste es considerado un asset. Esta consideración del arte como vehículo de inversión, con resultados positivos, es muy a pesar de la gran divulgación de los medios, de la obsesión de las nuevas generaciones de trabajadores culturales, es un problema minoritario. Es también un problema de discurso. Del discurso del neoliberalismo cuando transforma el arte en objeto de transacción comercial. Aquí, es donde la capacidad del aparato crítico parece ser el afilado y activo. Me parece bien. Tenemos un gran compendio de esta critica. Pero falta una crítica al arte de compromiso social.
un abrazo muy fuerte
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Berlin 24 Mayo 2017.
Querido Jorge,
me gusta mucho de qué manera estás articulando este diálogo.
Después de enviarte mi primera respuesta, y ya mientras presionaba el botón “send”, me di cuenta de que había olvidado mencionar paralelamente al problema de escala otro muy esencial que es el de contexto.
Creo que un arte que no ofrece una linea ética y moral (ya sea una multiplicidad de éticas o una pluri-moral) carece de substancia. Y no por eso tiene que referirse a la moral del “buen samaritano” sino a una linea de pensamiento que esté articulando una realidad posible.
Justamente ayer leí una cita del ex-lider de izquierda alemán Gregor Gysi que decía: “Si Jesus vivera hoy, sería de izquierda.”
Ese es, creo, el problema básico de la izquierda. Que ha adoptado la postura del buen samaritano y espera que las autoridades ofrezcan siempre la otra mejilla a los injuriadores del sistema pero se vuelven de derecha cuando la mejilla a ofrecer es la propia.
Esta pose, y tu me dirás si me equivoco en esta conjetura, me parece extremadamente neo-liberal. Ya que es solo eso, una pose. El llamado arte político de gran resonancia (Ai Wai Wai, Hans Haacke, etc) trabaja con esta moral escenográfica que no es mas que propaganda política de un neo-liberalismo a raja tabla.
El problema de escala está atado al de contexto. Es el problema del arte político en el contexto de bienales o grandes eventos de la escena del arte. Intuyo que tu crítica está focalizada en esta forma de presentación de arte que contradice al arte político del cual estoy haciendo referencia y que actúa de forma mucho mas puntual y específica al contexto social. Ese arte político le llega al gran público solo en forma de documentación o reenactment y deviene en un simple gesto simbólico enajenado de su caracter original (ese sería el caso de tu faro en colonia, o del faro de Kilper en Bruselas).
Entonces intentando responder a tus preguntas de que “¿por qué debemos determinar una función (social – crítica) al arte como el mecanismo adecuado del arte? ¿por qué tiene que tener el arte -para ser bueno- en el sentido moral y ético- una función social” déjame decir que me parece que no es para mi entender un juicio de valores sino un intento de dealer al arte contemporaneo una razón de ser, una relevancia. Ese es el problema de un Basquiat a 111 millones de Dólares – que a decir verdad no me enoja – es solo una tela pintada por un jovencito simpático y atrevido de Nueva York. Nada mas. Es irrelevante hasta que alguien está dispuesto a pagar una suma de dinero como esa. Entonces se convierte en fetiche. No tengo nada en contra de los fetiches solo que me parecen irrelevantes. El arte como fetiche me parece irrelevante desde todo punto de vista menos el financiero.
Abrazo fuerte
Mario