Düsseldorf, 21 Mai 2017.
Querido Mario,
He visto que en Instagram, le has dado un “me gusta”, al “posting” sobre el proyecto de Thomas Kilper, “a lighthouse for lampedusa”. Se me ha ocurrido, que este gesto podría originar una serie de dialogo escrito entre tú y yo, con el que por un lado, podríamos hablar de la divulgación de arte (o más bien de sus imágenes) en un medio social como instagram, y por el otro, sobre, lo que considero, es el estado del mundo del arte frente a los problemas globales, pero su “sospechosa” incapacidad de producir otro tipo de discursos, o de reflexiones, frente a estos mismos problemas.
Voy a empezar con esta segunda parte, porque mientras cruzamos un puente en Venecia, saliendo de la exposición de Arsenale, estuviste de acuerdo conmigo, cuando dije que lo que más me atraía de la exhibición de Viva Arte de Marcel, es que su posición “apolítica”, (comparada con otras exhibiciones, como la de la Bienale pasada, o la Bienal de Berlin del 2012) era la demostración de que el arte ya no puede ofrecer formas de resistencia política, ni sociales. Es decir, que una bienal política tiene el mismo efecto de una bienal a-política. Las formas refinadas de neoliberalismo son tan sutiles y complejas, sus efectos son tan profundos y extensivos. El arte queda restringido a la producción de materiales estéticos y juegos mentales. Precisamente la idea de que un arte origine cambio social, resistencias, reflexión pertenece a esta segunda categoría.
Cuando haces “click” sobre el corazón que es el símbolo de “me gusta” produces al mismo tiempo un juicio de valor. El sistema de aceptación se distribuye de tal manera, que cuando yo miro la misma imagen, a pesar de estar a más de 600 kilómetros de distancia tuya, la aplicación me informa que tú originaste un juicio de aceptación de la imagen, por consiguiente (y este es el punto de la distribución de arte en las redes sociales,) de todo el sistema estético que está concentrado en el objeto de arte, o en su obra. No conozco la personalmente la obra de Kilper. La verdad es que la imagen y los textos que son visibles, más nuestro conocimiento de las corrientes migratorias actuales, la hacen legible a primera mano. De cierta manera, plana y aburrida como los miles de salvavidas de Ai Wei Wei. Siendo un poco irónico, cuando leo el titulo, “a lighthouse for Lampedusa”, puedo interpretar la pieza de otra manera, un faro para Lampedusa, una región que se está ahogando con la llegada de miles de personas que cruzan el mar mediterráneo con el fin de llegar a Europa.
Persiste una homogeneidad en el relato actual de las corrientes migratorias: asumimos que todos los que arriesgan su vida atravesando África, y luego el mediterráneo, escapan de una situación infrahumana, de guerra, de miseria y conflicto. Sin embargo, coexisten otras posibilidades para la migración arriesgada. Hace poco salió un artículo en el Sueddeutsche Zeitung sobre el regreso de muchos de los emigrantes ilegales. En éste, describía el director de una organización que trabaja facilitando el regreso al país de origen, que un motivo para la migración era creer que la riqueza y bienestar que se observan en las telenovelas brasileras y colombianas que se transmiten en muchos de estos países, es la riqueza que se puede encontrar en Europa. Aquí tienes un ejemplo, bastante sarcástico, que comparado con el arte, una telenovela logra motivar sujetos para la acción.
El gran problemas para entender la migración es asumir que la potencias del neo capitalismo en convertir todo sujeto en un sujeto consumidor contemporáneo (carro de lujo, novia rubia, zapatos de moda,) excluyen al pobre, al miserable, al negro, al árabe, al indio, al mexicano, al colombiano, al norteafricano, al terrorista… al otro, y que asumir que éste no desea participar de esta forma de subjetividad homogénea, global, aplanada por las imágenes de la industria publicitaria, el internet, los medios sociales. Aquí radica la gran paradoja de los partidos socialistas y de izquierda, que encuentran en la figura homogénea del emigrante y el refugiado, a la victima del capitalismo global que escapa de éste, en vez, de reconocerlo como una victima de la siguiente manera, un sujeto trastornado que quiere participar de éste. Perdona que sea tan directo, pero casi podría gritarle a muchos: No discrimine! Este refugiado también quiere ser un neocapitalista!!
La crisis migratoria devela la debilidad de los discursos de izquierda que se ha acentuado históricamente, incapaces de resolver y o devolver, la acción política a los actores de los medios de producción, al grueso de los habitantes, que son excluidos de los programas neoliberales sin importar su distribución geográfica. Con una hipótesis es con la que cierro nuestra primera parte de la conversación. Precisamente, la debilidad de los discursos de los partidos de izquierda y socialistas, ha contribuido a que resurjan como ciertas practicas artísticas que se asuman responsables por repetirlos y comunicarlos, haciendo énfasis en la función social del arte como herramienta pedagógica, aferrados a una figura histórica, el arte como resistencia entre las guerras mundiales, una lectura histórica que olvida que las condiciones se han transformado.
te mando un fuerte abrazo,
Jorge
Berlin Mayo 21.2017
Querido Jorge,
antes de contestar a tu email estuve revisando mi perfil en facebook y poniendo me gusta a todos los post de mis amigos.
Te agradezco mucho tus reflexiones – nunca nadie le había otorgado tanta importancia a un me gusta mio.
Conozco a Thomas Kilper y conozco su proyecto “Un Faro para Lampedusa” que desde 2008 intenta realizar en esa isla (http://www.kilpper-projects.net/blog/?p=954).
Según mi entender, el arte conceptual político surgió, y surge en su forma mas genuina, a partir de querer suplir un déficit institucional ya sea educativo o de trabajo social. El arte conceptual latinoamericano de los sesentas/setentas es un buen ejemplo de estas estrategias de complementación social (Tucumán Arde por ejemplo). El problema mas bien es de escala y de fuente de subvención y promoción. En el caso de Kilper, no me parece mal su inteción de contruir un faro para una isla que es uno de los principales lugares de anclaje inicial para los botes repletos de inmigrates que provenienen de Africa. Aparentemente las intituciones están mas interesadas en gastar miles de Euros en una instalación alegórica a estos mismo inmigrantes del artista “dicidente” chino Ai Wai Wai que con ese mismo dinero realizar la obra de Kilper y a la vez suplir una necesidad mínima. Estamos de acuerdo que un faro no solucionará el problema migratorio y no creo que esa sea la intención tampoco. Pero creo que existe una posición generalizada contra toda forma artística que busque soluciones reales a problemas reales. Como si el arte existiera solo para ofrecernos representaciones, imitaciones de escenarios y/o situaciones. Como si al arte le fuera prohibido avandonar aunque sea por un instante su condición de “entretenimiento” y solo se lo pudiese encontrar un su estado puro como objeto de consumo.
En esta paradoja se encuentra el arte de llamado “compromiso social” o “político”. Entre la intensión de querer ser “real” y la presión de obligarlo a ser “ficticio”. Y es claro que entre estos frentes de poderes tan desiguales y bajo estas condiciones solo se puede perder. El arte social, político pierde en coherencia discursiva, en fuerza retórica y en poder de realización de las obras siendo reemplazado por fachadas pseudo-críticas de los que están dispuestos a jugar el juego neo-liberal.
Me parece a estas alturas bastante cómodo echarle la culpa a los discursos de izquierda que ya, está claro, han fracasado. Como reirsele en la cara al perdedor mientras uno intenta reacomodarse para codearse con los ganadores.
No creo sinceramente que el arte político sea el problema. Esta clase de arte nunca ha sido bien apoyada por el mercado y tampoco a tenido demasiada aceptación pública. Mas grave me parece que una pintura de J. M. Basquiat haya alcanzado un precio de 110 millones de dólares. De alguna forma la crítica al arte social es un apoyo a los mecanismos mafiosos del mercado del arte que hacen de la cultura un negocio bastante dubioso.
Te dejo un abrazo fuerte,
Mario
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Mario Asef
PS al Email del 21 Mayo.
olvidé mencionar el otro aspecto que te ocupa, Instagram como medio de divulgación de arte.
Tanto Facebook como Instagram y Twitter son plataformas usadas, o mejor dicho apropiadas, para la promoción y divulgación de arte y que no han sido diseñadas originalmente con este propósito. Así que un “me gusta” a una imagen de una obra de arte tiene el mismo valor que un “me gusta” a un selfie o una foto de las vacaciones de un amigo. El proceso de homogenización de estos y la correspondiente abolición de sus diferentes relevancias es muy cuestionable. Y si, como ya has dicho, tiene mucho que decir en relación al estado actual de las artes y su extrema asimilación en la estructura neo-liberal predominante. La cuestión que debería interesarnos es la de reflexionar acerca de la función social que el arte debería cumplir alcanzado ya casi el cuarto del siglo 21. Pero esta cuestión no puede estar enajenada de los mecanismos económicos y la crisis política que nos toca vivir.
Hasta que punto es necesaria todavía hoy la producción de representaciones y ficciones en las artes? Qué sentido tiene la producción de imágenes con el fin de ser expuestas –para su venta o no? Cómo desmantelar las estructuras egománicas como incentivo de trabajo artístico que hacen tan vulnerables a la manipulación económica y política de los artistas y su producción? Cual es el rol esencial de la exhibición de arte?